sábado, enero 30, 2016

¡Que viene la ingobernabilidad!

En estas situaciones en las que son necesarios complicados pactos para formar gobierno, no tardan en aparecer los apóstoles del sistema mayoritario para reivindicar la supresión de partidos -cambiando el Sistema Electoral- con la excusa de garantizar la gobernabilidad.

Esto es, reivindicaciones como que gobierne la lista más votada o la elección en segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.

Desde el punto de vista de la representatividad, una aberración.

Pero, bueno, aceptando pulpo... eso de la gobernabilidad... ¿es bueno? ¿Para qué sirve?

Ahora es cuando algunos habrán pensado -una vez más- que qué es lo que me he fumado. Mira que preguntar para qué sirve la gobernabilidad. O estoy loco o soy tonto. ¿No es obvio?

Bueno, pues me lo pregunto.

Según la RAE, decir gobernabilidad es decir que el país puede ser gobernado. Sin más.
Esto es, la gobernabilidad no implica si el país está bien gestionado o lo está mal. Si hay más corrupción o menos. Si hay dictadura o democracia. Etc.

No parece esto de la gobernabilidad un requisito que dé muchas garantías, la verdad.

Por ejemplo, una dictadura como la de Franco, según el criterio de la gobernabilidad, es una forma de gobierno excelente. Estable, duradera, y sin el menor problema a la hora de tomar las decisiones. Sin riesgo de cambios de políticas. Sin discrepancias. Lo que decía el caudillo, se hacía. Y punto.
Mucho mejor que cualquiera de los actuales sistemas de representatividad proporcional, donde existe el riesgo de que los partidos no se pongan de acuerdo y no haya gobierno.

El hecho de que una dictadura sea el no va más de la gobernabilidad, en mi opinión, basta y sobra para desacreditar ese criterio y no darle el menor valor.

Sin embargo, la RAE tiene una segunda acepción del término. Gobernanza.
“Arte y manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

Que es algo más preciso. Y mejor. Al menos excluye las dictaduras.

Y bajo esta segunda acepción, el hecho de que haya varios partidos que tengan que ponerse de acuerdo para escoger un gobierno, no es negativo. Al contrario, es positivo. Abre la puerta a los consensos más amplios, lo cual puede suponer más representatividad y leyes y políticas más estables y duraderas, al haber sido consensuadas por más fuerzas políticas con una masa más amplia de votantes.
No quiere decir que vaya a ocurrir así, pero es más probable. Al menos en otro país que no sea España.
Las mayorías absolutas, en cambio, hacen que no se busquen acuerdos, que se gobierne por imposición -de la minoría-, favorecen la brevedad de las leyes y facilitan la corrupción. Gobernabilidad de la que no interesa.

La ingobernabilidad con la que nos amenazan no es realmente un peligro. Es otro de los metemiedos que utilizan para que nos traguemos lo que nos echan, nada más.

El problema que tenemos no es que no haya gobierno. Nuestro problema es que haya gobierno.



¿Tuvieron algún problema -añadido- por ese motivo? No.

miércoles, enero 27, 2016

Dictadura en funciones

El gobierno en funciones del PP acaba de prorrogar la concesión a la papelera Ence, en la ría de Pontevedra, por 60 años.

No es por el impacto de la misma sobre el medio ambiente y sobre las vidas de las personas.

Y no es porque es el PP el que toma esta decisión. Qué malo es el PP, y tal. Pues no.

Es porque, en España, los gobiernos pueden hacer estas barbaridades. Sean del partido que sean. Y es legal. Y constitucional.

Un gobierno en funciones.
Un gobierno que representa, en el mejor de los casos, a una minoría (PP, generales 2015, 20,84% del censo). Apenas uno de cada cinco españoles.

Y ese gobierno, en funciones, toma decisiones por los próximos 60 años. Porque ellos lo valen.

Si viviéramos en una democracia, los jueces del Supremo ya habrían anulado esta decisión. Es más, ya habrían dictado auto de prisión contra el presidente del gobierno y los ministros y altos cargos implicados en esta cacicada.

Pero no es el caso.

Ante evidencias como esta... ¿de verdad se puede seguir creyendo que vivimos en una democracia?



P.D. Franco otorgó la primera concesión a Ence en el 58. También por 60 años.

jueves, enero 21, 2016

La maldición de Tutankamón del método proporcional: la paradoja de Alabama

El método proporcional es la forma más justa de repartir escaños. Sin embargo, pesa sobre él una terrible maldición, como la del faraón, que lo condena ante los ojos de matemáticos, politólogos y expertos varios. Esa maldición se llama paradoja de Alabama.

Aviso para navegantes: este texto no va de política, sino, sobre todo, de matemáticas electorales.
Me ha parecido interesante escribir sobre esto porque ilustra uno de los problemas que tenemos los seres humanos, y no sólo en nuestro país: la falta de pensamiento propio, de espíritu crítico, la aceptación sistemática de los dogmas -sin cuestionarlos- si nos vienen de figuras con autoridad.

La paradoja de Alabama se considera unánimemente como un defecto del método proporcional, hasta el punto que, para muchos, lo hace menos válido que otros tan injustos como el método D'Hondt.
Y así se enseña, supongo, en las universidades. Nuestros catedráticos, nuestros licenciados, nuestros expertos, nuestras mentes más formadas. Todos dando por cierto, y transmitiendo de generación en generación, una valoración errónea acerca de un procedimiento matemático que, para más inri, es muy, muy básico.

Al grano: ¿qué es la paradoja de Alabama?

Lo explico a continuación, pero si lo preferís, os voy a pasar un vídeo donde una matemática, Guadalupe Castellano, explica el método D'Hondt y el método proporcional -"por la regla de tres"-, paradoja de Alabama incluida. Es una explicación muy buena, y sencilla, y muy correcta en cuanto a lo matemático. Pero incorrecta en cuanto a trasladar lo teórico a la vida real.



Lo cuento aquí igualmente, con un ejemplo -el mismo que usa la matemática del vídeo-:

Tenemos 521.000 votos divididos entre 6 candidaturas. Y queremos repartir 8 escaños de la manera más proporcional posible.
Para ello los repartimos mediante reglas de tres, a razón de un escaño cada 65.125 votos. Los asignamos:

Reparto proporcional, paso 1
Y nos encontramos con que sólo hemos asignado 5 escaños. Y ya ningún partido tiene 65.125 votos disponibles. Nos faltan 3 escaños.
La columna “Error” contiene la cantidad de votos que están “huérfanos” de escaño. La forma más justa de repartir esos 3 escaños es asignárselos a las candidaturas que tienen más votos sin cubrir (esto es, a los “restos mayores”). Que son D, E, y F. La cosa quedaría así:

Reparto proporcional, paso 2
Y ya tenemos repartidos los 8 escaños.

Como podemos ver, el método proporcional tiene error, un error de redondeo (118.750 votos mal representados, el 23% del total). Esto sucede porque no se puede ajustar a la perfección 8 escaños entre 6 candidaturas y 521.000 votos.
Y además, es un error importante -8 escaños son demasiado pocos: a medida que aumentan los escaños, el error tiende, con altibajos, a disminuir-.
Pero, en cualquier caso, el método proporcional minimiza el error. Con D'Hondt sería de 193.750 votos (37%).

Sin embargo, está la paradoja de Alabama.

Para saber lo que es la paradoja de Alabama, vamos a utilizar este mismo ejemplo, con los mismos votos, pero vamos a repartir ahora 9 escaños. El resultado es este:


Y, sorpresa, sorpresa, mirad lo que le ha ocurrido a la candidatura F.
Antes, repartiendo 8 escaños, le tocaba 1.
Ahora, repartiendo 9 escaños, no le toca ninguno. 
Repartiendo más, le tocan menos. Parece ilógico, ¿no? Ahí está la paradoja.
Y también parece injusto.

Aunque en realidad, no lo es. Es una ilusión. Pero una ilusión que ha "engañado" a sabios y expertos desde 1880, que es cuando se descubrió este “problema”.

Una ilusión que ha bastado para condenar al método proporcional.

¿Dónde está el problema?

Si os fijáis en la candidatura F, en el primer caso, con 8 escaños, resulta que le tocó uno con sólo 32.000 votos, pese a que el escaño valía 65.125 votos.
Esto es, la candidatura F está muy sobrerepresentada. El error de redondeo le ha beneficiado, y mucho. Se podría decir que ha tenido esa suerte. A alguna le tenía que tocar beneficiarse por el error de redondeo más que las demás.
Cuando repartimos 9 escaños, toca uno para cada 57.889 escaños. Y ese hecho cambia las asignaciones -a D le toca el sexto escaño directamente-, y también los restos que sobran del reparto inicial de escaños. El tercer mayor resto, que antes era la candidatura F, ahora es la C, que es la que recibe el error de redondeo a su favor.
A la F, en cambio, le ha tocado ser la más perjudicada. De nuevo, a alguna le tenía que tocar. Mala suerte.

Pero este hecho no supone ningún problema añadido. Es una consecuencia de que el error existe, y no se puede evitar. Ese error a veces beneficia a unos y perjudica a otros... y otras veces, es al contrario.
Pero eso no altera el hecho de que el método proporcional es el que menos error tiene. Es el más justo. Con paradoja de Alabama, o sin ella.

Si usamos el método D'Hondt para repartir 9 escaños, el error que sale es de 156.222 votantes mal representados. En el proporcional, con paradoja, el error es de 128.889.
El proporcional es mejor.

Y eso no es todo. La metedura de pata de los sabios y expertos es todavía mayor. Porque la paradoja de Alabama no sólo no es algo negativo, sino que, en realidad, cuando aparece, puede ser muy beneficiosa. Me explico:

Imaginémonos dos elecciones consecutivas. En una se reparten 8 escaños, en la siguiente, 9. Pero los votos son los mismos, los de este ejemplo.
En el primer periodo, la candidatura F ha estado muy sobrerepresentada. Sus votantes han tenido más peso que el que realmente les correspondía.
En el segundo periodo, la candidatura F ha estado infrarepresentada, más o menos, en el mismo grado.
Esto es, el error del primer periodo se ha compensado en el segundo. Lo que se le dio de más antes, se le quitó después. Tomados en conjunto los dos periodos, el error, en el caso de la candidatura F, prácticamente ha desaparecido.

En conclusión: la paradoja de Alabama, en este caso, ha sido beneficiosa. Ha reducido, y mucho, el déficit de representatividad:
La paradoja de Alabama mejorando la representatividad
En el primer periodo, el déficit de representatividad era de 118.750 votantes. En el segundo, 128.889. Pero tomados los dos en conjunto, al producirse la paradoja de Alabama, el déficit acumulado baja hasta los 90.083 votos. 45.041 votos de error de media por periodo electoral.
 
Si hacemos lo mismo con el método D'Hondt, sale un déficit acumulado de 297.972 votos. Más del triple.
Y, por seguir comparando, con el método Sainte-Laguë, sale 204.056.
No hay color.

La maldición del método proporcional no existe. Es una ilusión. La paradoja de Alabama, de ser algo, sería, o podría ser, en algunos casos, una bendición.

Así que, si hay que repartir escaños -que no tendríamos por qué, pero bueno, si hay que hacerlo-, el método es el proporcional. El de la regla de tres.
Porque es el mejor. Porque es el más justo.
Y si viene con paradoja, pues que venga. Mejor aún.

Y en cuanto a los expertos y sabios... y a los matemáticos... parece mentira que 135 años después de descubrir la paradoja... todavía sigan creyendo -y transmitiendo-, que es un problema. Un dogma de fe que se refuta con matemáticas elementales.

Manda huevos.



P.D. Que no sé yo si es sólo un problema de no saber, o también de no querer. Voy a ser mal pensado, para variar:

En el vídeo (minuto 12:40), cuando la entrevistadora le pregunta a la matemática si el método D'Hondt es más justo que el proporcional, no es capaz de responder que sí. Tartamudea.
¿Duda? ¿Le traiciona la conciencia? ¿Es buena matemática, pero mala mentirosa?
Al final, no afirma que sí, pero lo defiende de todas maneras, con un “...al menos, no tiene la paradoja de Alabama”.

Esto es, “¡que viene el Coco!

lunes, enero 18, 2016

La noria electoral

Noria electoral


 
* Mi agradecimiento al “dibujante freelance mercenario” J.R.Mora por haberme permitido “inspirarme” en una viñeta suya para realizar esta. Pido disculpas por los destrozos que he causado en la misma. El dibujo no es lo mío.

jueves, enero 14, 2016

¿Cuál es el problema?

Supongo que habrá personas que se hayan parado a contemplar la realidad, y se habrán preguntado... ¿por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que hacemos mal?

¿Son los políticos? ¿Los partidos? ¿La Derecha? ¿Los Bancos? ¿El Capitalismo? ¿La oligarquía económica? ¿La Troika? ¿El Sistema?

Pues sí, es todo eso, pero no podemos olvidarnos de algo más. Algo esencial, tan importante como lo anterior.

Algo que ya sabían hace mucho tiempo. Que nos podrían haber dicho personas que vivieron hace 2.500 años. En Atenas.

Pero no me voy a ir tan lejos. A 1748, nada más:

"No es menester mucha probidad para que un gobierno monárquico o un gobierno despótico se mantengan o se sostengan. En uno, la fuerza de las leyes, y en otro, el brazo del príncipe siempre levantado, bastan para regular y ordenar todo. Pero en un estado popular es necesario un resorte más: la VIRTUD.
Los políticos griegos, que vivían en un gobierno popular, no reconocían más fuerza para sostenerlo que la virtud. Los políticos de hoy no nos hablan más que de fábricas, de comercio, de finanzas, de riquezas e incluso de lujo.

Cuando la virtud deja de existir, la ambición entra en los corazones capaces de recibirla y la codicia se apodera de todos los demás. [...] Antes, los bienes de los particulares constituían el tesoro público, pero en cuanto la virtud se pierde, el tesoro público se convierte en patrimonio de los particulares. La república es un despojo y su fuerza ya no es más que el poder de algunos ciudadanos y la licencia de todos."

Montesquieu, “El espíritu de las leyes”

Más claro, agua.

P.D. Un ciudadano virtuoso es también una persona responsable, que hace por ser capaz de cumplir con sus obligaciones, en este caso, políticas. Lo cual incluye adquirir la cultura política necesaria.
Y ojo, ahí salen jóvenes, pero lo mismo hay adultos con tan poco conocimiento, o casi. Por desgracia, hay demasiados.

¿El remedio? ¿Acaso puede ser otro?
Educación, Educación, Educación.

miércoles, enero 06, 2016

¿Para qué nació Podemos?

Hace unos días, hablando de posibles salidas del pozo de miseria en el que estamos metidos, me preguntaron si Podemos no había nacido precisamente para eso, para salir del pozo.

Respondí que no, claro.

Podemos nació, sencillamente, para ocupar un hueco que estaba desocupado en el panorama político español.

Había una potencial e importante bolsa de votos -15M, desencantados- que alguna fuerza política nueva podía aprovechar... y unos cuántos oportunistas, inteligentes y con un gran conocimiento del Sistema -son politólogos-, se lanzaron a ello.

Es equivalente a lo que en economía se conoce como "nicho del mercado".

En este caso, teníamos un prometedor nicho en el mercado electoral -agrandándose cada día más por el adicional desencanto creciente con el PSOE-, y unos "emprendedores" capaces dispuestos a aprovecharlo.

Y si a todo ello sumas el beneplácito y apoyo del Régimen, al cual conviene, y mucho, canalizar ese desencanto y la potencial reacción ciudadana hacia otro partido y las urnas, donde saben que lo tienen todo controlado... pues el éxito y el beneficio -para los emprendedores- está asegurado.

Así que no, no están ahí para arreglar nada. Existía una oportunidad de obtener un beneficio -para unos emprendedores-, y unos emprendedores la aprovecharon.



P.D. Que lo mismo, lo mismito, se podría decir de los demás partidos políticos.
Si están menos preparados, si son menos capaces, si al Régimen no le interesa tanto su éxito... o si su nicho ideológico de votos no es tan amplio... pues se consiguen menos poltronas. O ninguna.
Pero estar ahí, todos están para lo mismo. Para pillar su pedazo del pastel.