¿Que el PP tiene
menos de 8 millones de votos?
Pues sí, es así. Y
pese a ello, el titular sigue siendo correcto.
Si todavía no lo
ves, es porque todavía no has comprendido cómo funciona nuestro
Sistema Político.
Nuestros procesos
electorales sirven para elegir a los que van a formar parte de las
Cortes Generales. Diputados y Senadores. Poder Legislativo.
Esto es, con nuestro
voto, si la LOREG lo permite, podemos elegir unos presuntos
representantes que se sentarán en el Congreso y en el Senado y -si
les place y les complace- actuarán en nombre de quienes les hayan
votado.
Por otra parte, el
Gobierno -Poder Ejecutivo- no lo elegimos nosotros. Lo elige el
Congreso; los diputados que han salido de las elecciones.
En el Congreso hay
diputados de varios partidos. Pero en España el Gobierno no suele
formarse con el consenso de todos los partidos presentes. Lo normal
aquí es que el Gobierno lo forme un único partido, si cuenta con la
mayoría absoluta -de escaños- suficiente para ello. Y si no,
gobernará buscando el mínimo de apoyos de otros partidos para tener
y mantener cuatro años esa mayoría.
Pero pese a tener
ese apoyo exiguo, al Gobierno lo elige el conjunto
de los diputados, es decir, aquellos a los que han
escogido el conjunto de los votantes.
El Gobierno es
único, y es para todos. Y al final, todos los diputados aceptan la
elección. Incluso los que han votado en contra. Se posicionarán en
la “oposición”, y a girar la noria cuatro años más.
Así es el juego.
Si votas a un
partido en nuestro Sistema Electoral, aceptas con ello la elección
de un Gobierno -el que salga- utilizando nuestro Sistema Electoral.
Que votas para que
gane tu partido, claro. Pero puede ganar otro. Puede ganar ese que
tanto odias.
Y ese otro partido
que tanto odias va a gobernar, legitimado con tu voto.
Para eso has
votado. Para que haya un Gobierno legitimado por los votos. Por el
tuyo, también.
Si votaste, al PP,
pero también a PSOE, Podemos, C's, incluso a PACMA... eres
responsable de que tengamos ese Gobierno concreto. El que sea.
Votaste para que hubiera un ganador. Lo habrá.
Elegiste jugar.
Aceptaste el juego. Al votar a un partido, diste por válido el proceso electoral.
Y ahora, las consecuencias.
Y ahora, las consecuencias.
P.D. Si al final no es Rajoy, será otro, da igual; si al final hay otras elecciones, lo mismo. Nada cambia lo dicho aquí. Gobierne quien gobierne, lo hará legitimado por el voto de todos los que aceptaron jugar la partida.
P.D.2 Algunos no
jugamos. No legitimamos la partida amañada. No aceptamos a Rajoy -ni
a ningún otro- como Presidente.
Pero somos demasiado
pocos.
Los que legitiman
las elecciones son muchos más.
Mientras eso sea
así, poco vamos a poder hacer para cambiar las cosas. O más bien
nada. Al menos, a gran escala.
Mientras los
españoles legitimen masivamente los procesos electorales -votando a
los partidos-, toca ajo y agua.
Que en cualquier
caso, podemos trabajar a nivel local. Aquí, a nuestro alrededor, tal
vez podamos hacer, nuestro entorno cercano, un poquito más justo.
Pero para llegar más
lejos necesitamos democracia. Una de verdad.
Y no la
conseguiremos si aceptamos lo que tenemos ahora. Y menos aún si lo
calificamos como democrático.
Lo llaman
democracia, y no lo es.
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