Hace ya muchos años
alguien me dijo que, dada mi escasa disposición a la obediencia,
acabaría haciéndome autónomo.
Por aquello de “ser
mi propio jefe”.
Y sí, podría
parecer que tanto mi carácter como mi discurso habitual -”debemos
hacerlo nosotros mismos”- tendrían que conducir irremisiblemente a
la actividad laboral por cuenta propia.
Pero no ha sido así.
Ser autónomo -en lo
laboral- dista mucho de eso de “ser tu propio jefe”. Para ser tu
propio jefe, tienes que serlo en lo laboral, pero también en todo lo
demás. En lo económico, y también en lo político.
Y, hoy en día, el autónomo español medio es alguien que, día sí, día también, obedece. Y no sólo a los clientes “importantes”, y/o a los no
tan importantes. Obedece las leyes, las escritas y las no escritas
-por ejemplo, las del mercado-, que le obligan, entre otras cosas, a
trabajar muchas más horas de las que tendría que trabajar cualquier
ser humano. Obedece a la Burrocracia, a los bancos, a los políticos,
a Hacienda, a los proveedores, a las grandes superficies, a las
franquicias, si las tiene... y no digamos si es un falso autónomo,
figura que ahora hasta es legal (TAED). Esclavitud legalizada.
El trabajo por
cuenta ajena, en España, está tendiendo, cada vez más, hacia la
esclavitud. Y consecuentemente, como no podría ser de otra manera,
el trabajo por cuenta propia está tendiendo, a su vez, hacia la
auto-esclavitud. Lo mismo que por cuenta ajena, pero organizando uno
mismo la propia servidumbre. Dando facilidades al amo.
Además de cornudo,
apaleado.
Hay excepciones,
claro.
Para muchos
afortunados sí habrá merecido la pena. No todos los autónomos son
auto-esclavos. Como tampoco lo son todos los trabajadores por cuenta
ajena.
Pero tal y como lo
veo yo -percepción personal-, la mayoría de unos y otros, a día de hoy, lo son. Esclavos.
Y va a ser cada vez peor.
Y va a ser cada vez peor.
En contraposición a la auto-esclavitud, la autogestión
Autogestión viene a ser
cuando tienes autonomía laboral, económica, política... esto es,
cuando eres realmente autónomo -libre-, en todos los sentidos.
Plenamente.
Lo eres tú, y lo
son también los demás.
La autogestión no
es una conquista individual, sino colectiva.
Autónomo es “hazlo
tú mismo”. Autogestión es “hagámoslo juntos”.
Una sociedad libre e
igual -democrática- se construye colectivamente. Colaborando.
Apoyándonos. Trabajando unidos.
Y sí, en una
sociedad libre e igual, podría haber “autónomos”
ganándose la vida dignamente. Todos lo seríamos, en realidad.
Autogestión.
Gobierno del Pueblo. Democracia.
Hagámoslo juntos.
O sigamos cada uno a
lo nuestro.
Mirándonos nuestro propio ombligo.
Y que cada palo que aguante su vela.
Ande yo caliente, ríase la gente.
Hoy por mí y mañana también por mí.
Y los demás, que se busquen la vida.
Mirándonos nuestro propio ombligo.
Y que cada palo que aguante su vela.
Ande yo caliente, ríase la gente.
Hoy por mí y mañana también por mí.
Y los demás, que se busquen la vida.
¿El resultado de esta segunda opción?
Esclavitud.
O auto-esclavitud.
Que disfrutéis de lo
elegido.
"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar."
"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar."
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