En el siglo I a.C.
nació y vivió en la República de Roma un esclavo muy peculiar. Se
llamaba Tirón, y fue secretario y confidente de Cicerón, el famoso
orador. Tirón recibió educación, hasta el punto que no sólo sabía
leer y escribir, sino que, entre otras muchas cosas destacables, fue
el inventor de un sistema taquigráfico que ha pervivido hasta
nuestros días (“&”, “Etc.”).
Tirón, pese a ser
un esclavo, fue un privilegiado, si se compara con otros esclavos de
su época, de otras épocas, incluso con muchas personas libres que
han vivido y sufrido en todas partes desde el inicio de los tiempos.
Fue bien tratado, tenía el sustento asegurado, tenía una
considerable libertad para moverse y actuar según su criterio...
incluso tenía dinero propio, cosa que no era rara entre determinados
esclavos en Roma en aquellos tiempos. Tiempos en los que no era
extraño que incluso algunas personas se vendieran a sí mismas para
poder escapar de la miseria y la muerte segura que les esperaba si
seguían siendo “libres”.
Sólo un necio
dejaría de apreciar la calidad de vida de la que disfrutó Tirón.
Pero, pese a ello, nadie afirmaría que Tirón disfrutaba de libertad
o que tenía los derechos civiles que correspondían a un ciudadano
romano libre. Porque Tirón era, oficialmente, un esclavo.
Hoy en día muchos
disfrutamos en España de una calidad de vida privilegiada, si nos
comparamos con otros países u otros tiempos. Incluso disfrutamos de
libertad para ir casi a donde queramos e incluso para protestar
abiertamente contra gobiernos e injusticias.
Pero la mayoría de
la gente da por sentado que estos privilegios son producto de que en
España, hoy, tenemos una democracia.
Sin motivo ni
justificación alguna. Porque sí.
Es lo que dice el
dogma oficial. La teleprogramación.
Sin embargo, ya
hemos visto que privilegios y calidad de vida no son producto exclusivo de la
democracia: también los puede tener un esclavo, siempre y cuando al
amo le convenga concedérselos.
Y hoy, en España, y
en algunos de los países de nuestro entorno, a los “amos” les
está conviniendo condedernos algunos privilegios. Por circunstancias
ajenas a nosotros, entre otras, por la lucha y sacrificios que
hicieron otros que vivieron antes que nosotros, que consiguieron
arrancar a los poderosos esos privilegios que hoy
disfrutamos -y algunos más que ya hemos perdido-.
Pero son
privilegios, dádivas, cesiones de los amos. No son derechos propios
de una democracia.
Si tuviéramos derechos, estos no nos podrían ser arrebatados a conveniencia del Poder.
Si tuviéramos derechos, estos no nos podrían ser arrebatados a conveniencia del Poder.
Hoy, en España, nos
dicen que tenemos derecho a una vivienda digna, y sí, algunos
tenemos nuestra casa, pero a otros los echan de las suyas.
Nos dicen que
tenemos derecho a asistencia sanitaria, y sí, a veces en los centros
de salud nos atienden e incluso salvan nuestras vidas. Pero a algunos
los colocan en una lista de espera y cuando les toca el turno, ya es
tarde, y otros sufren negligencia y maltrato a consecuencia de la
escasez deliberada de personal, instalaciones, recursos.
Nos dicen que
tenemos derecho a un trabajo digno, pero muchos son explotados con
jornadas propias de épocas pasadas y reciben a cambio salarios cada
vez más miserables.
Nos dicen que
tenemos libre derecho de reunión y manifestación, pero a algunos
los apalean los matones oficiales del Régimen, y a otros los meten
en la cárcel por montar un teatro de títeres o los multan por
repartir propaganda.
Nos dicen que
tenemos derecho a la vida, pero intoxican el aire que respiramos y el
agua y alimentos que consumimos con sustancias cancerígenas que
acaban con nuestras vidas.
No tenemos derechos. Si los tuviéramos, podríamos garantizarlos, universalmente, para todos los seres humanos de este planeta, utilizando el Poder que proporciona a los pueblos la Democracia.
No tenemos derechos. Si los tuviéramos, podríamos garantizarlos, universalmente, para todos los seres humanos de este planeta, utilizando el Poder que proporciona a los pueblos la Democracia.
Que he dicho para
TODOS, sí. Si nosotros tenemos un “derecho” y nuestro vecino no
lo tiene, no es un derecho. Es un privilegio.
Y hoy, en este mundo
globalizado, nuestros “vecinos” son todos los habitantes del
planeta.
La Libertad y la Democracia, cuando las hay, son para TODOS.
Los derechos, cuando los hay, son
para TODOS.
Los privilegios, para algunos.
Y hoy no podemos
garantizarnos esos derechos. Porque no tenemos Democracia. No tenemos
Poder.
Democracia es
gobierno del pueblo. Y no gobernamos.
Votamos,
pero no gobernamos.
Disfrutamos de unos
privilegios concedidos graciosamente por los poderosos, en tanto les
convenga concedérnoslos.
Privilegios que
están siendo retirados ante la pasividad y sumisión que mostramos
últimamente.
Lógico y normal: si
saben que no nos vamos a defender, los poderosos nos pisotean un poco
más.
Y seguirán
haciéndolo mientras sigamos llenando obedientemente SUS urnas con
nuestros votos.
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