miércoles, junio 14, 2017

El gran error de la izquierda (y III)

Capitalismo en lo económico. Representación en lo político.

Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.

El Capitalismo como sistema económico y la Representación como sistema político han evolucionado y se han adaptado -en términos darwinistas-. A día de hoy, han conseguido imponerse globalmente sobre los demás sistemas “competidores”, cada uno en su ámbito.
Han sido “los más fuertes”. Han alcanzado la hegemonía. Temporalmente.

Sin embargo no lo han hecho de forma independiente. Política y Economía han ido de la mano, vinculadas, interrelacionadas, desde que hicieron acto de presencia simultánea, en algún momento y lugar de nuestra Historia.

Capitalismo y Representación han evolucionado juntos, se han hecho más fuertes juntos. Se han alimentado mutuamente, se han apoyado, se han reforzado uno al otro.

Simbiosis.

La actual hegemonía del capitalismo como sistema económico universal no sería posible sin la complicidad de los políticos profesionales de todo el mundo, que, desde su aparición, han servido a los ricos y poderosos, han ejecutado políticas que les han permitido enriquecerse y empoderarse cada vez más -a costa del Pueblo, casi siempre-, y han legislado para consolidar esas políticas y ese sistema.

Por su parte, los actuales partidos y líderes políticos “representativos” de todo el mundo no estarían donde están sin el apoyo del Poder económico y sus grandes medios de comunicación, que les han proporcionado los votos que han necesitado para estar ahí.
Ese poder económico también ha usado la maquinaria propagandística para vender las bondades imaginarias de la Representación como sistema político, incluso para convertirla, a ojos de casi todos, en “democracia”.
Más aún, el Poder económico ha tumbado gobiernos, ha provocado boicots, golpes de estado, revoluciones, guerras, para establecer gobiernos afines y/o regímenes representativos -”democracia occidental”, lo llaman-, allá donde le ha convenido.

Capitalismo y Representación comparten éxito, y comparten destino. Son dos caras de la misma moneda.

No se puede reemplazar uno sin reemplazar al otro.

Es estéril intentar atacar o modificar sustancialmente el Capitalismo mientras este sistema esté protegido por el poder político.

Por ejemplo, es estéril reivindicar el no pago de la deuda, o una renta básica en España, mientras los políticos que gobiernan -aquí y en todas partes- sirvan a los que quieren cobrar la deuda y a los que les conviene una buena cantidad de precariedad y miseria en este país, que les proporciona todos los trabajadores desesperados a precio de saldo que desean.
Y es estéril poner en marcha modelos económicos alternativos, bitcoins y faircoins, monedas sociales, mercadillos de trueque, bolsas de tiempo, cooperativas o asociaciones de consumidores responsables... con un sistema político entorpeciendo y desincentivando por un lado, favoreciendo la competencia desleal por otro.

Y así llegamos de nuevo al gran error de la izquierda de hoy. Pretender cambiar el sistema económico sin cambiar el sistema político. Pretender obtener una “economía del bien común” sin obtener simultáneamente una “política del bien común”, esto es, una democracia real.

Si queremos un sistema económico justo, necesitamos democracia.

Y no la tenemos.

O trabajamos por ambas cosas a la vez, o no tendremos ninguna de ellas.

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